VERANO CON CONCIENCIA SOCIAL

Dentro de quince días comienza el verano. Habitualmente, pensamos a diciembre como un mes de verano. De hecho, escuché hace un rato en un canal de televisión, que, dado el «fin de semana largo», unas trescientas mil personas se habían trasladado a la costa.                                        

Si bien el Presidente de la Nación prolongó hasta el 20 de diciembre la fase de Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio (DISPO), se han extendido permisos y posibilidades de movimientos y traslados.                                                                                                          

No soy médico. No tengo conocimientos necesarios para evaluar la pertinencia de las medidas tomadas por el Gobierno Nacional en Argentina, Gobiernos Provinciales y Municipales, particularmente en lo que hace a la posibilidad para quienes, la minoría, cuenten con recursos económicos para pasar unos días en algún lugar a la vera del Mar Argentino.                                        

Hay algo que creo tener claro. Esa posibilidad se transformará en algo calamitoso si no está sustentado en una fuerte conciencia social de cada una de las personas que puedan gozar de ese beneficio.                                                        

En Uruguay, la familia de Tabaré Vázquez está dando hoy un ejemplo inmenso. Por respeto a la situación de pandemia, limitó la concurrencia al velorio del expresidente a su entorno más cercano. Luego, el cortejo se dirigirá al cementerio y quienes quieran despedir a la persona que admiran y/o que hace algunos años eligieron para presidir el país, podrán hacerlo sin necesidad de aglomeraciones. Cómo es y será el comportamiento en Uruguay de uruguayos y residentes en las playas y otros lugares públicos, no lo sé. Sólo me refiero al acontecimiento de hoy.                                                                      

El Psicoanálisis nos brinda una importante tríada conceptual, es decir, tres conceptos vinculados: frustración – regresión – agresión. Esto quiere decir que cuando sufrimos una frustración, nuestro aparato psíquico regresiona (regresa) a formas de sentir, pensar y actuar anteriores, más primarias. Y que nos ponemos más agresivos. Desde el inicio de la pandemia, estamos todos en situación de frustración. Frustración porque no podemos ver (o no de la manera que quisiéramos) a personas que amamos, a parientes, a amigos. Frustración económica, laboral. Frustración por no poder hacer cosas que quisiéramos. Tal vez podemos observar en nosotros mismos y en otros cercanos el mencionado efecto de regresión. Por ejemplo, sentir miedos que ya no sentíamos y que incluso suelen entramarse con el miedo al contagio por el virus que nos aqueja. Tener respuestas y acciones que podemos reconocer como intempestivas, caprichosas, inadecuadas. Entre tantas otras formas de regresión. Y también podemos observarnos, y observar a otros, más agresivos, con malas contestaciones, con dificultades en la convivencia, crispados, enojados. Esto ocurre sin que lo busquemos. No lo hacemos «a propósito», pero ocurre. Si bien estos mecanismos no son evitables, podemos reducir considerablemente sus consecuencias si tomamos conciencia de los mismos y de la procedencia, por lo tanto, de las conductas asociadas.  Esta es la intención de este artículo. Para que la toma de conciencia nos ayude a tener actitudes cuidadosas en las playas, en las plazas de las ciudades, en las calles, en los negocios y en todos los lugares por los que transitemos.                                                               

El Covid-19 no es un deporte de riesgo. No es hacer alpinismo, volar en parapente o saltar en paracaídas. En estos ejemplos, el riesgo se limita a la persona que practica ese deporte. El Covid-19 es un virus. Y el contagio es exponencial. Cada persona que se contagia sufre un perjuicio, pero además es una persona, potencial e involuntariamente, susceptible de perjudicar a otras.                                                       

El verano nos tomará una «prueba» de conciencia social.

 

Guillermo D. Rivelis