DIARIO ZONAL DE LA MAÑANA
CAMPANA, BS. AS., ARGENTINA
sábado, 26/jun/2021
REFLEXIONES EN PANDEMIA
Por Lic. Guillermo Rivelis
Tres nociones importantes en Psicología Social son las de cohesión, conflicto y acción social.
COHESIÓN
Durkheim es un autor que trabaja como central el tema de la cohesión social. En uno de sus libros «La división del trabajo» dice: «Los hombres no pueden vivir juntos sin entenderse y, por consiguiente, sin sacrificarse mutuamente, sin ligarse unos a otros de manera fuerte y duradera. Toda sociedad es una sociedad moral». Esa ligazón o atadura entre los hombres que viven en una sociedad es lo que Durkheim denomina solidaridad o cohesión social.
La noción de cohesión social se refiere, entonces, al lazo, unión, acuerdo que los individuos que componen una sociedad mantienen entre sí.
CONFLICTO
La noción de conflicto se refiere a diversidad de intereses, ideas, criterios, etc., que en cierta medida resultan incompatibles entre sí.
Los conflictos pueden distinguirse por su objeto: conflicto por bienes escasos; conflictos por valores e ideas; conflictos por la definición de las reglas de una relación, grupo o institución.
Los conflictos también pueden distinguirse por su estructura: ciertos conflictos se denominan conflictos de «suma cero» (conflictos en los que lo que un contrincante gana lo que es perdido por el otro; por ejemplo, en un juego donde se apuesta dinero, dos personas ponen x cantidad sobre la mesa, el que gana se lleva su x cantidad y la del otro y en la mesa queda cero.); conflictos de «suma positiva» (todos los participantes ganan, aunque puede ser que algunos más que otros; por ejemplo, un período de crecimiento económico en un país); otros conflictos son conflictos de «suma negativa», es decir, donde todos pierden (por ejemplo, lo que podría ser un conflicto nuclear).
Una cuestión importante en cualquier conflicto es la existencia de «reglas de juego»: el consenso acerca de lo permitido y lo no permitido. En una situación límite el consenso puede ser mínimo o inexistente; en esos casos, muy lamentables, suele usarse la fuerza.
Simmel plantea que la situación conflictiva no es una enfermedad de la sociedad y que es en sí misma socializante; forma parte de la vida en sociedad y aprendemos a vivir en ella también a través de sus conflictos. Para Simmel debe considerarse a la vida como una totalidad que engloba las contradicciones.
ACCIÓN SOCIAL
La noción de acción social es desarrollada por Max Weber.
Max Weber establece una diferencia entre la noción de acción y la noción de acción social.
Define a la acción como toda conducta a la que el actor (o los actores) enlaza (o enlazan) un sentido subjetivo.
Cuando en ciencias sociales se habla de «actor» o «actores» no se hace referencia a quien o a quienes representan una obra en el teatro, participan en una película o en una serie de televisión sino a quien o a quienes actúan en la vida social. Es decir, que en tanto los seres humanos participamos de la vida social (y esto es lo que ocurre siempre con los seres humanos) somos actores sociales.
Entonces, una acción es una conducta a la que la persona (o personas) que la lleva (o llevan) a cabo le adjudica (o le adjudican) un sentido subjetivo, un para qué. Una persona realiza una acción cuando lleva a cabo una conducta para algo, con una intención. Es decir que una acción siempre está motivada; tiene un motivo.
Define acción social como una acción cuyo sentido está referido a la conducta de otros (o de otro), está dirigida a otros (o a otro).
De acuerdo a estas definiciones, pescar para divertirse es una acción mientras que pescar para vender es una acción social. En ambos casos, la persona que pesca lo hace para algo; en ambos casos la conducta tiene un sentido, un para qué que el actor de la conducta plantea como su intención.
¿En qué consiste la diferencia? En el primer caso (pescar para divertirse) el para qué de la conducta se dirige al mismo actor que la realiza (lo mismo que si el actor pescara para comer él). En el segundo caso (pescar para vender) el para qué de la conducta se dirige a otros (los que probablemente compren el pescado). En este segundo caso, la conducta (acción social) se orienta hacia esos otros, tiene en cuenta la posible conducta de esos otros (por ejemplo qué tipo de pescado les gusta y por lo tanto comprarían).
RESPONSABILIDAD
Cierto es que la persona que pesca para vender puede tener una intención que se dirige a sí mismo, por ejemplo, ganar dinero; pero para que ello sea posible su acción se dirige a otros, tiene que tener en cuenta la posible conducta de esos otros y por eso se trata de una acción social.
Esos otros pueden ser otros «actuales» y, por lo tanto, estar presentes, (como cuando un docente explica un tema a sus alumnos) o «futuros» y, por lo tanto estar ausentes en el momento en que se desarrolla la acción social (como cuando un escritor escribe un libro que será leído por otros).
Asimismo, esos otros pueden ser «conocidos» (como cuando un médico atiende a un paciente) o «desconocidos» (como cuando un periodista escribe un artículo en un diario).
La acción social tiene intenciones (el motivo que el actor le adjudica o que los actores le adjudican) y produce efectos en el otro o en los otros a quienes se dirige. En tanto la acción social es una acción humana tiene importancia la intención que tuvo el actor (o tuvieron los actores) al realizarla, pero en tanto acción social vale no tanto por sus intenciones como por sus efectos. Sucede muy a menudo que los efectos de una acción social no son iguales a las intenciones con que fue realizada. Estrictamente hablando, los efectos nunca son idénticos a las intenciones porque la acción social que lleva a cabo una persona (o un grupo de personas) se dirige a otros y estos otros al recibir la acción lo hacen con sus propias características, se «apropian» de esa acción de acuerdo a sus posibilidades, a sus personalidades. El efecto (o efectos) sobre el otro (u otros) puede no ser idéntico a la intención (o intenciones) del actores (o actores) pero puede parecerse. Muy diferente es cuando el efecto (o efectos) sobre el otro (u otros) es sumamente distinto o incluso contrario a la intención (o intenciones) del actor (o los actores).
Por lo tanto, cuando llevamos a cabo una acción social tenemos una responsabilidad. Es importante que tengamos en cuenta no sólo nuestras intenciones sino también (y muy especialmente) los efectos que nuestra acción social produce en el otro u otros a quien o quienes se dirige. Para ello, hay que poder mirar y escuchar a ese otro u otros.
El tema de la acción social, entonces, nos lleva a pensar en la responsabilidad social que tenemos al actuar socialmente; es decir, al actuar en relación con otros, al llevar a cabo acciones sociales (es decir acciones que están dirigidas a otras personas).
FUENTE DE CAMBIO
En el contexto de la pandemia, estas nociones adquieren un valor sustancial.
No será posible, ni en nuestro país, ni en el mundo entero, que el tremendo problema que como Humanidad atravesamos se resuelva si no podemos entender todos (quienes manejan ingentes sumas de dinero y mucho poder y quienes somos ciudadanos comunes de éste y todos los países) que el mínimo de cohesión, que nos permita reconocernos como semejantes más allá de las diferencias, es indispensable en la búsqueda y encuentro de soluciones.
En «Más allá del Principio del Placer», Freud plantea lo que denomina «narcisismo de las pequeñas diferencias». Se refiere con ello al hecho de hacer obstinado hincapié en diferencias coyunturales (que necesariamente conducen a la violencia, en distintas modalidades) que impiden ver la semejanza fundamental y estructural que tenemos por ser seres humanos.
Tenemos planteado en este momento un grave conflicto (en el mundo) por «bienes escasos». En esta situación, el bien escaso es la vacuna. Una desigual distribución en el mundo y ciertas dificultades e infracciones en Argentina complican la escena. La mayor cantidad y velocidad de vacunación en el último tiempo agiliza la esperanza.
Cuando se trata de «conflicto por bienes escasos», se requiere para la solución pacífica del mismo de condiciones subjetivas y objetivas.
Condiciones subjetivas (y sociales) que hacen a la disposición a compartir lo que haya, a proceder con cautela, responsabilidad y recíproca solidaridad.
Condiciones objetivas que hacen al grado de escasez. Si hay un pan y dos personas, es posible que, dadas las condiciones subjetivas, esas dos personas tomen la mitad del pan cada una. Pero si hay un pan y mil personas, resultaría que nadie podría satisfacerse mínimamente con la milésima parte del pan. Es probable entonces que dada esa situación se desencadene una manera violenta de transitar el conflicto.
El aumento de la posibilidad de vacunación contribuye a la modificación positiva de las condiciones objetivas, lo cual incrementa la importancia de las condiciones subjetivas y sociales (de gobernantes y gobernados) para la puesta en juego de las actitudes de reconocimiento de la semejanza entre seres humanos, de cautela, responsabilidad y solidaridad mencionadas.
No es el único conflicto que tenemos planteado en nuestro país. Enfrentamientos políticos, acusaciones cruzadas, interpretaciones parciales y opuestas de los hechos siembran confusión, desconcierto, decepción. Actitudes desafiantes respecto de la gravedad del virus y el contagio por parte de algunos sectores (minoritarios) de la ciudadanía tienden a agravar la situación.
En estas cuestiones mencionadas en los dos últimos párrafos es donde se hace sumamente importante la noción de acción social como acción dirigida a otros u otros que, con o sin una intencionalidad anticipada, produce efectos en el conjunto.
Es una tarea de suma necesidad para el sistema educativo plantearse teórica, práctica y activamente «educar» en la conciencia de responsabilidad respecto de las acciones sociales.
Para el intento de resolución del conflicto central y los conflictos adyacentes que tenemos planteados, va a resultar imprescindible que (según la mencionada clasificación de conflictos por estructura) no los transformemos en conflictos de suma negativa; es decir, que por disputar cuestiones hoy secundarias (aunque quienes lo hagan las consideren primarias) terminemos perdiendo todos y mucho. También, que no los transformemos en conflictos de suma cero, es decir que algunos ganen y otros pierdan. La realidad, por otra parte, desmentiría esta opción porque dadas las características del problema central si algunos perdieran, perderíamos todos.
La situación nos pone ante la urgente necesidad de aprender rápidamente lo que aún no sabemos adecuadamente: hacer de la conflictividad presente una fuente de cambio para que podamos elaborar la posibilidad de ganar todos.
Guillermo D. Rivelis