Roberto Sabo, asesinado cuando atendía su kiosko en Ramos Mejía y Lucas González, adolescente, deportista, asesinado por balas de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, son víctimas irreparables de un país que está equivocando caminos.
No se trata de «no politizar» los acontecimientos. Porque todo acontecimiento social es político en sí mismo.
Se trata de no «partidizar» los acontecimientos.
Se trata de no hacer proselitismo con acontecimientos que son consecuencia de algo que política y socialmente se está haciendo muy mal (no «algunos», TODOS).
Y se está haciendo muy mal hace muchos años.
Siete de los diez países del mundo con menor índice de delincuencia figuran también entre los veinte países más ricos del mundo.
Ello no garantiza una relación puntual entre esas dos variables (riqueza y bajo nivel de delincuencia).
Los estudios al respecto son complejos y contradictorios.
Reflejan, tal vez, aun en la intención científica, la contradicción humana.
Debería definirse qué se entiende (y cada uno de nosotros deberíamos pensar qué entiende) por «inseguridad». Palabra que ocupa la primera plana de la prensa escrita, un lugar privilegiado en la pantalla de la televisión y en las distintas frecuencias de radio, que inunda las redes sociales y, sincera o forzadamente, está incluida en la gran mayoría de las intervenciones y discursos políticos.
¿Circunscribimos el término a lo que es claramente delincuencial o incluímos en el mismo el hecho de no saber si el agua que sale de las canillas de nuestras casas es potable o transporta altos niveles de sustancias contaminantes? ¿Incorporamos bajo ese término la situación de las personas que viven al lado de basurales y aguas servidas? ¿Y la de quienes no tienen»asegurada» la alimentación diaria necesaria?
El viernes 8 de octubre de 2010, asistí a Urdinarrain, Entre Ríos, invitado a intervenir en la Feria del Libro Infantil «Alas de Papel».
Llegué al lugar donde iba a hablar a las personas presentes, un rato antes del inicio, alrededor de las 19.30 horas. En un lugar hermoso, un parque deportivo, estaban instaladas dos carpas. En una se exponían libros. La otra era la sala de conferencias. Un grupo de chicos jugaba al fútbol en el parque. Era ya de noche y volverían caminando a sus casas. Pensé en esa tranquilidad, en la ausencia de temor, en que los menores estaban cuidados por la comunidad, seguros. Entré a la carpa de la exposición. Tomé un papel de una pila y leí: «Con los gurises, no». El texto se refería al grave problema de la pederastía, de la violencia sexual contra menores. Contradicciones de la Humanidad.
Después de la charla, fuimos a cenar con organizadores del evento, concejales, la Secretaria de Cultura, personas del lugar. Gente preciosa. Un momento sumamente grato. A la mañana siguiente, después de haber pasado la noche en un hotel, fui caminando despacio, para tomar el micro de regreso. Una ciudad rodeada de campo, luminosamente verde. Tenía la sensación de exceso de oxígeno. Me sobraba el aire para respirar. Urdinarrain es un lugar sumamente contaminado con glifosato. Contradicciones de la Humanidad.
Podemos pensar que las contradicciones de la Humanidad conducen a una guerra entre unos y otros en la que cada parte se identifica con la bondad y atribuye la maldad a la otra parte, o a una guerra de todos con todos, o a múltiples guerras de algunos y algunos…O podemos pensar como Martín Buber en «Yo y tú» que «no hay dos especies de hombres, sino dos polos de humanidad» y hacernos cargo de ser portadores de la contradicción, aun del polo que nos desagrada y luchar (en el interior de uno mismo) para hacer prevalecer el polo que nos complace ser.
Es nuestra contradicción entre tendencias constructivas y tendencias des – constructivas. Contradicción que, asumida, nos compele a un trabajo cotidiano tendiente a lograr que sean nuestras tendencias constructivas las que guíen nuestro camino.
Planteé al principio que todo acontecimiento social es un acontecimiento político.
Max Weber (1864 – 1920), considerado uno de los padres fundadores de la Sociología, diferencia las nociones de «acción» y » acción social». Define «acción» como una conducta a la que su actor enlaza un sentido subjetivo, es decir, un «para qué». Y «acción social», a la acción cuyo sentido está dirigido a otro u otros. Ejemplifica diciendo que «pescar para comer» es una acción (dirigida a la misma persona que la realiza, o sea, a uno mismo) mientras que «pescar para vender» es una acción social (se dirige a otros a los que necesariamente quien realiza la acción social tiene que tener en cuenta).
La acción social puede estar dirigida a otros conocidos y presentes (un maestro que explica un tema a sus alumnos). Puede estar dirigida a otros conocidos y ausentes (un maestro preparando en su casa una clase para dar a sus alumnos). Puede estar dirigida a otros desconocidos y presentes (una persona hablando a una multitud). Puede estar dirigida a otros desconocidos y ausentes (un escritor escribiendo un libro).
La acción social vale por sus intenciones. Pero en tanto dirigida a otro u otros vale más por sus efectos.
Lamentablemente, asesinar es una acción social. Hacer la guerra, estafar, defraudar, abandonar, desproteger, robar, engañar son acciones sociales.
Felizmente, actuar siguiendo los imperativos del amor, cuidar, hablar diciendo lo que se considera «verdad», producir arte, investigar científicamente, ayudar a otro u otros a vivir, acompañar son acciones sociales.
Gobernar es, por excelencia, una acción social. Todas las acciones emanadas de los tres poderes del Estado son acciones sociales.
Las acciones sociales que involucran a más personas que las de un círculo pequeño y privado, ya sea porque esas personas están directamente incluídas o porque serán receptoras y estarán informadas de las mismas, constituyen «acontecimientos sociales».
Los acontecimientos sociales ocurren necesariamente en un contexto político, están condicionados por ese contexto y, a su vez, producen un impacto político.
Indefectiblemente, un acontecimiento social es un acontecimiento cultural y político.
Cultural no implica nivel educativo, de conocimientos, de acercamiento a las artes y las ciencias. Significa un sistema de valores y significados, de normas, pautas, hábitos, creencias, tradiciones, modos colectivos de percibir, comprender, pensar y actuar.
Político no significa partidario. Significa inserto en un sistema de relaciones, vinculadas a formas organizativas de gobierno y al ejercicio de los poderes del Estado (que es en sí una forma de asociación política). Sistema de relaciones que se constituye en ámbito de presentación de ideologías, campo de debate de ideas y de disputa de hegemonía (lo cual no implica pelea destructiva).
Emile Durkheim (1858 – 1917), otro padre fundador de la Sociología, en su libro «El suicidio» plantea que el suicidio no es un acto sólo individual, sino un hecho social y sus causas son especialmente sociales. Atribuye lo que denomina el suicidio «anómico» a la anomia social, es decir, a la desorganización social y al aislamiento del individuo como consecuencia de la falta de normas o la contradicción entre las mismas. Es una dolorosa situación, el suicidio, a la que en la actualidad asistimos con frecuencia.
Los asesinatos de Roberto Sabo y Lucas González son acontecimientos sociales y, por lo tanto, culturales y políticos. No es posible des – socializarlos. No es posible des – culturalizarlos. No es posible des – politizarlos. Pero, lamentablemente, sí es posible pretender impregnarlos de «partidismos» o «frentismos». Sí es posible que sectores políticos (no, «la política») pretendan cruel e irrespetuosamente ganar espacio político intentando apropiarse del dolor de las familias.
Los asesinatos de Roberto Sabo y Lucas González son tan sociales, culturales y políticos como la pobreza, las vergonzantes desigualdades en la distribución de bienes, las guerras, los femicidios, la violencia sexual y cualquier forma de violencia, la corrupción, entre las tantas atrocidades de las que somos capaces los seres humanos.
¡Ay, Humanidad!
Humanidad capaz de amar, construir, crear, conocer, sentir, cobijar.
No son dos las especies de seres humanos. Es una especie, con dos polos. Todos y cada uno somos los dos polos. Pesa sobre nosotros esa inmensa responsabilidad. Intentar neutralizar el polo des – constructivo y hacer florecer el polo constructivo.
Dos autores que he citado en algún otro artículo.
Dante Alighieri escribió en «La Divina Comedia» (siglo XIV): «El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan la neutralidad en tiempos de crisis moral».
George Steiner (1929 – 2020), en «Lenguaje y Silencio»:
«La nuestra no es una época corriente. Se esfuerza bajo la tensión de lo inhumano, experimentado en una escala de magnitud y de horror singulares; y no está lejos la posibilidad de la catástrofe».
«Somos cómplices de lo que nos deja indiferentes».
«Un humanismo neutral es o una pedantería o un preludio de lo inhumano».
¡Ay, Humanidad!
No nos escondamos detrás de las excusas. No argumentemos que nada tiene sentido hacer porque una sola persona no puede cambiar el mundo. No nos facilitemos en apariencia la vida auto – convenciéndonos que nuestro esfuerzo será inútil. No demos rienda suelta a nuestra tendencia des – constructiva sumando suciedad y tranquilizando supuesta y falsamente nuestra conciencia al fundamentar que todo ya está muy sucio.
El «efecto mariposa» nos enseña el valor de propagación que tiene un solo acto.
Nuestras acciones sociales influyen inevitablemente en la vida de otros. Porque en eso consisten. Nos brindan, entonces, afortunadamente, la posibilidad de contribuir a recorrer caminos que conduzcan a una Humanidad mejor. Una Humanidad que pueda construir un mundo mucho más amable.
Guillermo D. Rivelis