Veo en televisión una playa en Israel.
Mí mirada se dirige a niños jugando con sus papás. Me parece hermoso.
Al ratito pienso: «Niños que en un futuro bastante próximo estarán en el ejército y probablemente en la guerra».
Me corre un escalofrío.
Imagino escenas de niños palestinos jugando con sus papás. Y mi razonamiento es el mismo.
Recuerdo una película que vi hace algunos años. Trataba de la historia de Amos Oz, escritor israelí fallecido hace pocos años, incansable trabajador por la paz entre israelíes y palestinos.
Sobre el final de la película se escuchaba la voz de Amos Oz.
Decía que las víctimas se pelean entre sí.
Que cuando un padre maltrata a sus hijos, los
hijos se pelean entre sí porque cada uno ve al padre en los ojos del hermano.
Decía que los judíos fueron expulsados de Europa.
Y que los palestinos fueron colonizados por Europa.
Y agregaba que hoy «hacemos» la guerra entre israelíes y palestinos.
Decía que los israelíes ven en los palestinos nuevos nazis.
Y que los palestinos ven en los israelíes nuevos colonizadores.
No es la única guerra en el mundo.
En varios lugares del mundo, seres humanos se enfrentan con seres humanos.
Se señalan intereses políticos, geopolíticos, económicos, de poder y dominación.
Seguramente los hay.
Pero, considero que esa forma bélica y brutal de pretender «imponerlos – defenderlos» constituye en sí misma una muestra lacerante de una falla en la Humanidad que en su evolución, en su lento proceso de humanización no ha podido aún reconocer la semejanza fundamental que tenemos los seres humanos por ser humanos.
Humanidad que, en conjunto, no ha podido comprender que lo que llamamos «enemigo» es un «semejante».
Miguel Savage, soldado en Malvinas (conscripto, a los diecinueve años) expresó en un conmovedor reportaje en F.M. Radio 89.9, Radio con Vos, que la guerra es «la peor inmoralidad de la civilización».
«Los que realmente habíamos estando matándonos veníamos respetandonos porque nos habíamos dado cuenta que las guerras son anónimas, que cuando uno interactúa con el enemigo el concepto de enemigo se cae a pedazos».
Con emoción, relató cómo en el Canberra, transatlántico que trasladó a cuatro mil ciento setenta y dos soldados argentinos (todos conscriptos) con serios problemas de alimentación y exposición al frío, y a soldados ingleses (todos militares), unos y otros venían conversando y respetándose.
El concepto de enemigo se cae a pedazos.
Donde estaba el enemigo aparece y se hace presente el ser humano, el semejante.
Suele decirse que en la guerra se trata de «matar o morir».
Testimonios de personas que han estado en la guerra (las guerras) hacen pensar que no se trata de «matar o morir», sino de «matar y morir».
Cuando el enemigo se cae como enemigo y se erige como semejante, de acuerdo a dichos testimonios, puede decirse que «matar es morir».
Algo de quién mató, muy probablemente por fuera de su personal voluntad, murió en el espeluznante momento de matar.
Dificilísimo duelo.
Duelo por el otro que ya no está.
Duelo por la parte propia que ya no está.
Para cristianos y para judíos estos son días de Pascuas. Para musulmanes, Ramadán.
El Ramadán conmemora la primera revelación del Corán a Mahoma.
La Pascua judía celebra la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud. Paso de la esclavitud a la libertad.
La Pascua cristiana, Pascua de Resurrección conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día de haber sido crucificado. Paso de la muerte a la vida.
Pascua, el paso de Dios en la existencia humana.
Cada persona puede creer o no en Dios. Y, en ambos casos, ser una persona que busca actuar sin dañar. Actuar intentando hacer bien a otras personas.
Es importante que podamos pensar que la Humanidad no es dueña del planeta que habita y que debe reconocer y respetar límites en su accionar.
PASCUA es PASO.
Seamos o no religiosos, tomemos el mensaje de las Escrituras y de la Historia.
Hagamos lo que esté en nuestras manos para intentar PASAR en el mundo a instancias pacíficas y fértiles.
Guillermo D. Rivelis